sábado, 16 de noviembre de 2019

Con la misma voz de decirnos te quiero.... Poldy Bird

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Pensé que iba a morirme. Pensé que el mundo se detendría en ese mismo instante y todos los seres quedarían convertidos en estatuas de sal.
Pensé que los rayos del sol se quebrarían como tallos secos y el viento cesaría y todos los sonidos (el canto de los pájaros, el lloro de los niños, la carcajada inquieta, el levísimo ruido del pasto cuando crece, el aullido de las fieras, la música de todos los instrumentos), todos, cesarían de repente, como si se les hubiera cortado un cable, y se abriría un ancho y profundo cuenco de silencio.
Pensé que dejaría de latir el corazón de los relojes.
Y sin embargo, entibia el sol los valles, les vuelve dulce la pulpa a las frutas.
Y sin embargo, un barullo de pájaros despeina la cabellera de los árboles hippies.
Y caminan los hombres por las calles. Y charlan las mujeres mientras compran el pan. Y saltan los niños jugando a la rayuela.
Y yo cepillo las pelusas de mi pollera azul, titubeo entre cortarme el flequillo o dejarme todo el pelo del mismo largo
No me he muerto.
Estoy viva y me gusta estar viva.
No me he muerto al saber que no lo quiero.
Entonces..., no ha sido repentino. Ha venido ocurriendo desde quién sabe cuándo. Se fue deshilachando el amor sin que me diera cuenta.
Se fue escurriendo de mis manos, como agua de los charcos.
Se había soltado el globo y yo estaba aferrando fuertemente el hilo.
¿Cuándo fue?
Aquella noche, en esa fiesta, cuando me estrechaste para bailar y no temblé, y me gustaba más la música que tu abrazo.
No, no..., fue una mañana que nos encontramos y no sentí la necesidad de contarte que en la madrugada me desperté sobresaltada, con angustia y con miedo, llorando sin saber por qué.
O cuando me guardé para mí sola la sensación que me había producido una película, la lectura de un libro, un dibujo de Alonso, colgado en la pared de la casa de una amiga.
O cuando no te pedí el boleto para ver si era capicúa.
O cuando te dije que me dolía la cabeza, que no podía salir con vos..., y me fui a caminar sola por la calle arbolada que descubrimos juntos.
¿Cuándo fue?
Cada vez, todas las veces... Fueron pequeñas agonías que desembocaron como afluentes poco caudalosos en este gran río final.
¡Y yo creía que iba a morirme el día que dejara de quererte!
No sabía que no se deja de querer así, en segundos, como se apaga el receptor de radio.
No sabía que el amor, cuando se acaba, se va apagando lentamente como las luces de los cines antes de que comience la película.
Y que uno se va acostumbrando, al ir perdiéndolo de a poco, a no tenerlo, un día.
También creí que ibas a morirte el día que dejara de quererte.
Y no te has muerto.
Estás vivo y me miras con dolor, pero serenamente. Y no rogás ni me pedís que lo piense mejor, ni exigís que siga siendo tuya, ni me decís que me necesitas.
Estás vivo, y no vas a morirte ni querés morirte. Aceptas mis palabras, aceptas mi verdad, apenas un temblor en la mano que sostiene el cigarrillo, apenas una sombra en los ojos, que no se han humedecido.
Te he dicho adiós. Y fue esta misma voz que te decía te quiero, la que te dijo adiós.
Y respondiste adiós. Y fue esa misma voz de decirme me muero sin tu amor la que me dijo adiós.
Y con la misma voz de decirnos "te quiero", iremos por el mundo, distantes, olvidando, diciendo muchas cosas, y alguna vez, también amor.

 POLDY BIRD

lunes, 9 de septiembre de 2019

Acuérdate de mi - José Ángel Buesa


Acuérdate de Mí

Cundo vengan las sombras del olvido
a borrar de mi alma el sentimiento,
no dejes, por Dios, borrar el nido
donde siempre durmió mi pensamiento.

Si sabes que mi amor jamás olvida
que no puedo vivir lejos de ti
dime que en el sendero de la vida
alguna vez te acordarás de mí.

Cuando al pasar inclines la cabeza
y yo no pueda recoger tu llanto,
en esa soledad de la tristeza
te acordarás de aquel que te amó tanto.

No podrás olvidar que te he adorado
con ciego y delirante frenesí
y en las confusas sombras del pasado,
luz de mis ojos, te acordarás de mí.

El tiempo corre con denso vuelo
ya se va adelantando entre los dos
no me olvides jamás. ¡Dame un recuerdo!
y no me digas para siempre adiós.

José Ángel Buesa

sábado, 24 de agosto de 2019

Canción del pirata - José de Espronceda


Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela, no corta el mar, sino vuela un velero bergantín. Bajel pirata que llaman, por su bravura, el Temido, en todo mar conocido del uno al otro confín. La luna en el mar rïela, en la loma gime el viento, y alza en blando movimiento olas de plata y azul; y ve el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá en su frente Estambul. “Navega, velero mío, sin temor, que ni enemigo navío, ni tormento, ni bonanza tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor. Veinte presas hemos hecho a despecho del inglés, y han rendido sus pendones cien naciones a mis pies. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. Allá muevan feroz guerra ciegos reyes por un palmo más de tierra; que yo tengo aquí por mío cuanto abarca el mar bravío, a quien nadie impuso leyes. Y no hay playa, sea cualquiera, ni bandera de esplendor, que no sienta mi derecho y dé pecho a mi valor. Que es mi barco mi tesoro… A la voz de “¡barco viene!” es de ver cómo vira y se previene a todo trapo a escapar. que yo soy el rey del mar, y mi furia es de temer. En las presas yo divido lo cogido por igual. sólo quiero por riqueza la belleza sin rival. Que es mi barco mi tesoro… Sentenciado estoy a muerte. Yo me río; no me abandone la suerte, y al mismo que me condena colgaré de alguna entena quizá en su propio navío. Y si caigo, ¿qué es la vida? Por perdida ya la di, cuando el yugo del esclavo como un bravo sacudí. Que es mi barco mi tesoro… Son mi música mejor aquilones, el estrépito y temblor de los cables sacudidos, del negro mar los bramidos y el rugir de mis cañones. Y del trueno al son violento, y del viento al rebramar, yo me duermo sosegado, arrullado por el mar. Que es mi barco mi tesoro que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar”
José de Espronceda 

jueves, 8 de agosto de 2019

Soneto matinal a una colegiala ingrávida - poema de Gabriel García Márquez.


Soneto matinal a una colegiala ingrávida
Al pasar me saluda y tras el viento
que da al aliento de su voz temprana
en la cuadrada luz de una ventana
se empaña, no el cristal, sino el aliento
Es tempranera como una campana.
Cabe en lo inverosímil, como un cuento
y cuando corta el hilo del momento
vierte su sangre blanca la mañana.
Si se viste de azul y va a la escuela,
no se distingue si camina o vuela
porque es como la brisa, tan liviana
que en la mañana azul no se precisa
cuál de las tres que pasan es la brisa,
cuál es la niña y cuál es la mañana.
Gabriel García Márquez.

lunes, 15 de julio de 2019

LA LUNA - POEMA DE JORGE LUIS BORGES


Hola amigos, hoy comparto un poema que el gran poeta argentino Jorge Luis Borges le dedica a "La Luna", la música es de W. A. Mozart: Eine Kleine Nachtmusik (Pequeña Serenata Nocturna)de: https://www.youtube.com/audiolibrary/.... Bellísima música para deleitarnos mientras leemos esos versos tan especiales.-

domingo, 7 de julio de 2019

La alegría - Autor: Rabindranath Tagore


La alegría

Y la alegría está en todas partes;
Está en la verde cubierta de hierba de la Tierra;
Está en la serenidad del cielo azul ;
Está en la exuberancia de la imprudente primavera;
Está en la abstinencia severa del gris invierno;
Está en la carne Viva que anima nuestra estructura corporal;
Está en el perfecto equilibrio de la figura humana, noble y justo;
Está en la Vida;
Está en el ejercicio de todos los poderes;
Está en la adquisición de Conocimiento;
en la lucha contra los males …
La alegría es allí en todas partes.
Rabrindranath Tagore

sábado, 29 de junio de 2019

La brisa - Manuel Acuña

La brisa -Manuel Acuña

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Este es un poema de Manuel Acuña, poeta mexicano que con sus versos nos transporta a un paisaje donde la vida en contacto con la naturaleza le inspira y transmite felicidad y amor, en este caso transportados por La Brisa, bellísimo!!!. La música es de A. Vivaldi "Concerto Mandolín". 
Corre automático.

sábado, 8 de junio de 2019

Cantares - Poema de Manuel Machado


Vino, sentimiento, guitarra y poesía,
hacen los cantares de la patria mía...
Cantares...
Quien dice cantares, dice Andalucía.

A la sombra fresca de la vieja parra,
un mozo moreno rasguea la guitarra...
Cantares...
Algo que acaricia y algo que desgarra.

La prima que canta y el bordón que llora...
Y el tiempo callado se va hora tras hora.
Cantares...
Son dejos fatales de la raza mora.

No importa la vida, que ya está perdida.
Y, después de todo, ¿qué es eso, la vida?...

Cantares...
Cantando la pena, la pena se olvida.

Madre, pena, suerte; pena, madre, muerte;
ojos negros, negros, y negra la suerte.
Cantares...
En ellos, el alma del alma se vierte.

Cantares. Cantares de la patria mía...
Cantares son sólo los de Andalucía.
Cantares...
No tiene más notas la guitarra mía.

Manuel Machado
Biografía: Aquí

sábado, 11 de mayo de 2019

Canción del amor lejano - José Ángel Buesa

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Canción del amor lejano

Ella no fue, entre todas, la más bella,
pero me dio el amor más hondo y largo.
Otras me amaron más; y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

Acaso fue porque la amé de lejos,
como una estrella desde mi ventana...
Y la estrella que brilla más lejana
nos parece que tiene más reflejos.

Tuve su amor como una cosa ajena
como una playa cada vez más sola,
que únicamente guarda de la ola
una humedad de sal sobre la arena.

Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,
como el agua en cántaro sediento,
como un perfume que se fue en el viento
y que vuelve en el viento todavía.

Me penetró su sed insatisfecha
como un arado sobre llanura,
abriendo en su fugaz desgarradura
la esperanza feliz de la cosecha.

Ella fue lo cercano en lo remoto,
pero llenaba todo lo vacío,
como el viento en las velas del navío,
como la luz en el espejo roto.

Por eso aún pienso en la mujer aquella,
la que me dio el amor más hondo y largo...
Nunca fue mía. No era la más bella.
Otras me amaron más... Y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.



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José Ángel Buesa

jueves, 25 de abril de 2019

La mar ciñe a la noche en su regazo - Miguel de Unamuno


La mar ciñe a la noche en su regazo 

La mar ciñe a la noche en su regazo 
y la noche a la mar; la luna, ausente; 
se besan en los ojos y en la frente; 
los besos dejan misterioso trazo. 

Derrítense después en un abrazo, 
tiritan las estrellas con ardiente 
pasión de mero amor, y el alma siente 
que noche y mar se enredan en su lazo. 

Y se baña en la oscura lejanía 
de su germen eterno, de su origen, 
cuando con ella Dios amanecía, 

y aunque los necios sabios leyes fijen, 
ve la piedad del alma la anarquía 
y que leyes no son las que nos rigen. 

Horas serenas del ocaso breve, 
cuando la mar se abraza con el cielo 
y se despierta el inmortal anhelo 
que al fundirse la lumbre, lumbre bebe. 

Copos perdidos de encendida nieve, 
las estrellas se posan en el suelo 
de la noche celeste, y su consuelo 
nos dan piadosas con su brillo leve. 

Como en concha sutil perla perdida, 
lágrima de las olas gemebundas, 
entre el cielo y la mar sobrecogida 

el alma cuaja luces moribundas 
y recoge en el lecho de su vida 
el poso de sus penas más profundas.

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 Miguel de Unamuno

martes, 2 de abril de 2019

Te quiero - Jaime sabines


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Te quiero como para invitarte a pisar hojas secas una de estas tardes.
Te quiero como para salir a caminar, hablar del amor, mientras pateamos piedritas.
Te quiero como para volvernos chinos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa las calles.
Te quiero como para ir contigo a los lugares que más frecuento, y contarte que es ahí donde me siento a pensar en ti.
Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche.
Te quiero como para no dejarte ir jamás.
Te quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás.


Jaime sabines

lunes, 4 de febrero de 2019

Vergüenza - Gabriela Mistral

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Vergüenza

Poema de Gabriela Mistral

Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa 
como la hierba a que bajó el rocío, 
y desconocerán mi faz gloriosa 
las altas cañas cuando baje al río. 

Tengo vergüenza de mi boca triste, 
de mi voz rota y mis rodillas rudas; 
ahora que me miraste y que viniste, 
me encontré pobre y me palpé desnuda. 

Ninguna piedra en el camino hallaste 
más desnuda de luz en la alborada 
que esta mujer a la que levantaste, 
porque oíste su canto, la mirada. 

Yo callaré para que no conozcan 
mi dicha los que pasan por el llano, 
en el fulgor que da a mi frente tosca 
en la tremolación que hay en mi mano... 

Es noche y baja a la hierba el rocío; 
mírame largo y habla con ternura, 
¡que ya mañana al descender al río 
lo que besaste llevará hermosura!

sábado, 2 de febrero de 2019

"Di" Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla Libro: Brotes

"Di"
Autora:
 Zenaida Bacardí de Argamasilla
Libro: Brotes 


Ablándame los cansancios.
Armoniza los silencios.
Humedece mi sequía.
Aplaca el desasosiego.
Suaviza tantas heridas.
Y calienta mis inviernos.

Tiñeme las alboradas.
Perfuma tantos insomnios.
Y sosténme entre tus ramas.
Pues se me achican las alas,
aquí pegada a tu alero.

Y se me secan los labios.
Y siento que tengo miedo.
Pero si no busco amor,
explícame este dolor.
Si tu ternura no quiero,
di, ¿por qué?,
¿por qué me muero?

sábado, 12 de enero de 2019

LA PRINCESA DE LAS ROSAS FANTASÍA ORIENTAL II - Carlos Etxeba

                LA PRINCESA DE LAS ROSAS 
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                  FANTASÍA ORIENTAL II

Una princesa de China 
de una ciudad colonial 
de minaretes de plata 
y balcones de coral 
con unos pies diminutos 
como granitos de sal 
con ojos grandes de almendra 
y lazada de percal 
sobre el kimono de seda 
del color azul de mar, 
le preguntó a su maestro 
con una gran seriedad.
—¿Hay en la naturaleza 
algo que me enseñe a amar?
El maestro se fue al punto 
al jardín del pavo real 
y cogiendo entre sus manos 
una gran rosa imperial 
la presentó a la princesa 
de mirada de azahar.
—Esta es la profesora 
de cómo se aprende a amar. 
Ponla siempre en la ventana, 
mírala y te enseñará.
Las rosas la hablaron tanto 
que en las crónicas está 
que la princesa se hacía, 
aun a su temprana edad 
juiciosa, fiel, hacendosa, 
cuidadosa, servicial, 
dulce, alegre, placentera, 
apasionada y cordial.
—«La princesa de las rosas», 
comenzáronla a llamar 
y cuando algún cortesano 
comentaba con afán 
cómo es que había aprendido 
tanta paciencia y bondad, 
la princesa respondía 
con gran afabilidad
—«Las flores de mis jardines, 
me han enseñado a amar».

Carlos Etxeba